Bernardi Roig, «Father miscommunication», 2003.
Durante las décadas finales del pasado siglo XX, el debate en torno a la posible conexión entre el arte y su contexto más inmediato adquirió múltiples formas y significados. Así, desde las interpretaciones provenientes de los últimos coletazos expresionistas e informalistas, hasta las consideraciones hechas a partir de un pop erróneamente banalizado, las vías por las que transitar dicha relación presentan una amplitud considerable.
A pesar de tal amplitud, y aunque pueda resultar llamativo, en muy pocas ocasiones se ha definido claramente cuál es el concepto de realidad desde el que se partía al establecer tal vínculo. Aunque generalmente no todas las propuestas teóricas de este tipo han obviado ese factor[1], sí es cierto que ha quedado más o menos presupuesto en aquellos discursos enfocados a dilucidar qué tipo de comunicación pueden mantener las artes y el entorno en el que se producen y…
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